Foto: qué.es Publicado por: David Hernández Martínez @david_hm91 En la política es igualmente de importante lo que se hace como lo que se dice, es tan fundamental la propia acción como las interpretaciones que se hagan de la misma, sobre todo, es tan determinante los efectos de la medida como las apreciaciones e interpretaciones que se hagan sobre sus consecuencias. Puede ocurrir que las intenciones de alguna política sean honrosas y loables, sin embargo, si sus consecuencias son negativas, da igual cual fuera el verdadero propósito del dirigente, pues éste ya queda condenado. Igualmente, se pueden llevar a cabo acciones que no son en principio populares o incluso polémicas, pero un buen discurso y unas interpretaciones interesadas y extensamente difundidas harán que la previsible condena del político se torne en una gran oportunidad. Así mismo, la aplicación de alguna política puede no alcanzar los resultados esperados, en este caso, el político debe jugar con uno de los elementos sociales más dañinos para su carrera, la decepción del electorado, ante esta situación no queda mucho espacio para las palabras, sólo puede superar a través del tiempo y con la consecución de nuevos objetivo. Al igual que ocurre con las acciones, las palabras también pueden condenar o alzar a un político. Los discursos políticos han pasado de las instituciones, libros y manuales, han superado los mítines, para llegar a estar presentes en los hogares casi las veinticuatro horas del día, gracias a los medios de comunicación y la revolución de las redes sociales. Ya no sólo interesa lo que hace un político cuando gobierna, sino como se muestra y lo que dice. Toda la política se ha vuelto un gran plató televisivo, con millones de cámaras apuntando hacia protagonistas, obligados a medir cada uno de sus gestos y palabras. Sin embargo, la imagen, la comunicación y la persona decidida a competir en política, no queda recluida sólo en sus intervenciones parlamentarias, en entrevistas concertadas en los medios o en el trabajo diario. Los políticos de ahora son personajes públicos todas las horas de cada día del año, convirtiéndose en un alto precio que deben pagar si quieren participar de la vida política. Aún más, los políticos también se vuelven público y transparente su pasado, lo que dijeron e hicieron en tiempos que aún no se era cargo. Más que nunca, unas palabras dichas antes, durante o después de tu carrera política pueden marcar la apreciación y estima que tengan los ciudadanos sobre dicho político. La comunicación política se ha vuelto igual de básica para construir discursos, como para elaborar grandilocuentes rectificaciones e interpretaciones que favorezcan tus intereses. Decía Dalí que le gustaba que la gente hablara de él, aunque fuera mal, de la misma forma, la comunicación política debe no sólo trabajar para que hablen del candidato, sino intentar que hablen bien de él, y si salen comentarios negativos volvernos positivos o rápidamente sustituirlos por nuevas imágenes y discursos positivos.

Por Asesmap

Los comentarios están cerrados.