Publicado en Zoom News. Por José Miguel Alonso
Imagen: Ideas, ideologías, principios, valores, pasado… ¿Todo es resumible en 140 caracteres? / Getty
La política sin comunicación no existe. Cualquier cosa que un político haga, diga o escriba, es por sí misma, comunicación. Dedicarse a la política no es una decisión menor, y menos en los tiempos que corren. Exponerse a la vida pública requiere un sacrificio en el que la vida personal pasa, en gran manera, a formar parte del dominio público. Eso no es fácil de asumir, de ahí que tomar la decisión de convertirse en servidor público deba de ser muy pensada y valorada.
La participación de la sociedad civil en la vida política ya no es pasiva.La globalización e Internet han convertido al ciudadano en un activista político a través de las Redes Sociales, y han transformado esa parte de la comunicación política en una especie de campo de batalla para “milicias de la Red”. Miles de mensajes cada día son emitidos, neutralizados, combatidos o derrotados en un bucle sin fin en el que todo cabe. Pero participar en las RRSS como activista político no te convierte en político.
Estas nuevas vías de comunicación permiten que las ideas de cualquiera puedan adquirir una dimensión con la que jamás hubiera soñado. Sin embargo, también descubren nuestra realidad ante el mundo en primera persona: qué somos, cómo pensamos y qué ideas tenemos.
Al final, las redes sociales, para bien o para mal, cobran una importancia vital en el mundo de la comunicación y el marketing político. Pueden darte tanto como quitarte. Existe la creencia extendida de que todo es resumible en 140 caracteres: ideas, ideologías, principios, valores, pasado, presente, futuro. Todo parece caber en un “tuit”.
En el fondo, la idea de este tipo de comunicación no es nueva. Como decía mi padre, “todo esta inventado”. Repasando teorías de comunicación política me he dado de bruces con una definición de propaganda que explica esta actividad de la siguiente forma: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas”. El autor añade: “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa, además, tienen gran facilidad para olvidar”.
Personalmente debo decir que no comparto esta definición. Sin embargo, entendería que cualquiera reconociera en ella los conceptos de mensaje y público receptor que actualmente usan algunos. La manera de establecer estrategias de comunicación y mensajes en campaña y el uso que hacen algunos de las posibilidades de comunicación que ofrecen las redes sociales podrían sugerir similitudes.
Está en la sensibilidad de cada opción política, o en sus estrategas, el uso que se haga de las herramientas de comunicación con el ciudadano. La elección es clara: comunicación o propaganda. Aunque suenen a lo mismo, en absoluto lo son.
Cada país es diferente y los contextos electorales y políticos difieren según las leyes de cada uno. De ahí que todas las campañas electorales sean diferentes y que difícilmente sean copiables, pues el tiempo y el clima social de cada momento y lugar son distintos.
La propaganda es el medio de comunicación elegido en algunos países para hacer campaña electoral. En general guarda relación con el perfil del ciudadano de menor nivel cultural o estrato social, y está marcada por la sencillez del mensaje, la reducción al mínimo de los contenidos y la enorme repercusión en medios con la repetición constante de slogans y titulares simples.
Por otro lado la comunicación, basada en un contexto teórico similar, se produce en países más desarrollados y se dirige a un electorado más preparado. Exige una cierta profesionalización y un trabajo más denso en el establecimiento de estrategias de comunicación. El relato político ha de estar claramente definido y adaptado a cada grupo objetivo según su nivel social, cultural o económico. Es lo que se conoce como campañas electorales al uso.
Sin embargo, la agenda y el contexto de las campañas que están por venir en España en fechas próximas, o mucho me equivoco, o no van a estar marcadas tan solo por la comunicación y las estrategias. Por lo que hemos visto hasta la fecha van a pivotar en gran medida alrededor de la constante batalla que protagonizan las “milicias de la Red”, es decir, por la propaganda. Cualquier estrategia general de comunicación para la próxima campaña deberá contemplar esta circunstancia. Los partidos han de estar atentos para prevenir, anticipar o contrarrestar el efecto perverso de la propaganda.
Para terminar, tan solo una última reflexión. Entendería que la definición entrecomillada de “propaganda” haya podido relacionar los pensamientos de algún lector con la actualidad. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues tal definición pertenece a Paul Joseph Goebbels, Ministro para la Ilustración Pública y Propaganda de la Alemania Nazi.
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