Por: Miguel Cubillo Muñoz
El gran debate que divide a España en la forma de estimular la economía: ¿Bajar impuestos o aumentar el gasto público?
Desde ASESMAP creemos que en la actualidad es preferible (en ámbitos generales) una bajada de impuestos antes que el aumento del gasto público.
El principal argumento de los defensores de aumentar el gasto público es que bajando los impuestos, parte del dinero extra que inyecta el Estado en la economía será ahorrado por las familias y no circulará por la economía; mientras que si utilizamos ese dinero para incrementar el gasto público, todo él terminará circulando y generando nuevo valor en la economía.
Bien, este es el modelo keynesiano más rudimentario, y es el modelo que se intentó para salir de la Gran Recesión de 2008, del cual ya sabemos los resultados.
Este modelo defiende que la producción (PIB) en cualquier economía está determinada por su demanda agregada, es decir, el PIB depende del gasto agregado dentro -se omite el sector exterior para simplificar el modelo- de la economía (Consumo + Inversión + Gasto Público). Concretamente aplicando este modelo simplista, un aumento del Gasto público supondría siempre un mayor aumento del PIB que una reducción de impuestos, con excepción de que la propensión marginal a consumir sea igual a 1 (un ciudadano destine la totalidad de su renta al consumo) donde se igualaría.
Existen cuatro casos que suponen una simplificación de la teoría anterior y que afectarían, por tanto, a las predicciones anteriores:
- La Inversión no se ve afectada por una disminución de los impuestos. No es realista, ya que hay muchos impuestos que afectan directamente a la actividad empresarial. Por ejemplo, el impuesto sobre sociedades.
- La propensión marginal a consumir es la misma en toda la población. No es cierto porque la propensión marginal a consumir es heterogénea dentro de una economía. Por ejemplo, eso supondría que un funcionario consume el mismo porcentaje de su renta que un pensionista.
- Es verdad que a corto plazo si se aumenta el Gasto público, la producción agregada aumentará (en términos generales) de manera proporcional. Pero esto sólo se mantendría a corto plazo ya que una vez desapareciera esa inyección extraordinaria de Gasto público, la actividad cesaría y por lo tanto la producción agregada volvería a su estado original. Podemos tomar como ejemplo el “Plan E” que efectuó el Gobierno de Zapatero durante la Gran Recesión. Hay que recordar que toda producción persiste siempre y cuando sea capaz de satisfacer las necesidades de los consumidores, y no da igual que gastemos en proyectos absurdos que no generan valor, que lo hagamos en proyectos que sí lo hacen. Y, normalmente dicha producción está asociada al sector privado y no al sector público.
- Y por último, un aumento del gasto público ocasional siempre habrá que pagarlo en un futuro con subidas de impuestos, o con recortes futuros en el sector público. Es decir, pan para hoy y hambre para mañana. Además, si un agente económico sabe que su renta aumenta temporalmente ahora pero que ese aumento actual se va a ver compensado por una reducción futura, su decisión de consumo seguramente variará a la baja, ahorrando parte de esa renta actual para afrontar el pago extraordinario futuro. Esto es lo que se conoce como equivalencia Ricardiana. Una teoría económica que sugiere que el déficit fiscal no afecta a la demanda agregada.
Los cuatro casos expuestos matizan la conclusión keynesiana de que todo incremento de renta hoy, se traduce en función de la propensión marginal a consumir previa al incremento de la renta, en nuevo consumo. Es decir, el propio incremento deficitario del gasto público, lo que hace es modificar endógenamente la propensión marginal a consumir a día de hoy. Y esto no tendría que ocurrir necesariamente con la rebaja de impuestos, ya que por ejemplo impulsaría de forma sostenible la inversión ya que si ese impulso inicial de la inversión genera inversión autofinanciable, el PIB se incrementará de manera estructural, por lo que cabe pensar que en el futuro, esa rebaja deficitaria de impuestos se pague con mayor crecimiento económico, es decir, con mayores rentas, y por tanto, con un mismo porcentaje de impuestos pagados sobre esas mismas rentas, se consiga cubrir la deuda que hemos generado sin necesidad de reducir en el futuro la renta de los agentes económicos.