Foto: Europa Press Publicado por: David Hernández Martínez @david_hm91
La política española se encuentra sumergida este año en una campaña electoral constante, que finalizará con las elecciones generales del 20 de diciembre. Tras la confirmación por parte del presidente Rajoy, de que los comicios se celebrarían en esa fecha, los principales partidos han comenzado a agudizar sus estrategias electorales. El panorama político en España resulta de los más volátiles y complicados de predecir de los últimos años. El deterioro de los dos grandes partidos clásicos, PP y PSOE, más la emergencia de partidos nuevos como Ciudadanos y Podemos, ha hecho que los resultados de diciembre sean de los más difíciles de prever. Sin embargo, las encuestas y las diversas elecciones que se han sucedido en los últimos meses, están reafirmando un hecho que seguramente será lo único que quede meridianamente claro tras la noche del 20 de diciembre, que los distintos partidos políticos se tendrán que sentar a negociar. Obviamente, es fundamental saber quién ocupará la presidencia, pero eso es probable que no se sepa ni el mismo día, ni en los posteriores, porque si todo apuntan a que los resultados serán muy parejos entre cuatro fuerzas políticas, el contexto que se abre es totalmente incierto. En este punto, cabrá enorme importancia el tipo de pactos que se alcancen. Si sólo son acuerdo para la envestidura, el gobierno entrante tendrá abiertos frentes con toda la oposición cada año para aprobar los presupuesto o cuando su partido quiera sacar adelanta una ley, por lo que la estabilidad de su mandato será extraordinariamente frágil. Si son pactos para toda la legislatura, el partido de gobierno seguramente deberá ceder a muchas de las pretensiones de su programa político y tendrá que cuidar de no “enfadar” a su socio en la cámara durante los cuatros años. Sin son pactos para temas concretos, existirán cuestiones en las que el gobierno se verá obligado a asumirse en una ardua negociación y procurar no debilitar su posición en otros contenidos. Lo menos probable que se produzca, es un pacto de gobierno, o bien, que ninguna de las fuerzas políticas lleguen a acuerdos y finalmente gobierne el partido más votado sin el apoyo tácito de otros. En la primera opción, resulta improbable que ninguno quiera aceptar en su consejo de ministros representantes de otras siglas, ni que otros deseasen formar parte de un gobierno que no es del color de su partido. Igualmente, la debilidad que tuviera un gobierno que sólo contara con el respaldo de su propio partido, hace casi obligatorio que las distintas fuerzas políticas se sienten a negociar. En este sentido, las negociaciones tras el 20 de diciembre serán tan importantes como los propios resultados. Indudablemente, que los comicios marcarán las fuerzas para negociar de cada uno, pero los contactos y las vías de acuerdo podrán ser enormemente variados.
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