Publicado en Vozpópuli. De Alejandro Vara
Ahora en el PP la ‘niña de Rajoy’ es Cospedal, la secretaria general del partido, quien controla la sala de máquinas de la formación en un año crucial erizado de citas electorales. La número dos de Génova coordina la endiablada campaña de las autonómicas, con la ayuda de Carlos Floriano y Pablo Casado, y al tiempo se afana por renovar su mandato en la Junta de Castilla-La Mancha. Dos retos clave, sumamente comprometidos.
El batacazo andaluz
Atravesó Cospedal momentos duros hace apenas un par de meses. Primero, su pulso conArenas y Soraya por la designación del jefe de filas en Andalucía. El tiempo y las urnas le han dado la razón. Un tiempo después, se las tuvo con Esperanza Aguirre por las listas para Madrid. En ambos casos, Rajoy pareció inclinarse por la apuesta contraria a la de su secretaria general. Nada que ver con la realidad.
Quienes tienen acceso habitual al círculo más estrecho del presidente conocen a la perfección la estima y el reconocimiento que Rajoy dispensa a su secretaria general. En público la alaba con insistencia, lo que no necesariamente significa demasiado. Pero también lo hace en privado, sin ambages ni ironías gallegas.
Ya ha participado en dos actos de la campaña de Cospedal y va a participar en otros tres. Un gesto evidente de la importancia que concede el presidente no sólo al resultado del PP en la difícil plaza castellano-manchega sino incluso en el devenir político de su secretaria general. Un revés en su territorio resultaría inconveniente para el futuro de Cospedal quien tiempo atrás incluso habló de abandonar Génova para centrarse en su tierra, algo que Rajoy no quiere ni imaginar.
Los nuevos invitados
Las encuestas no despejan claramente quién va a ser el próximo inquilino en el Palacio de Fuensalida, sede de la Junta castellano-manchega. Cospedal tiene enormes posibilidades de revalidar su mayoría absoluta, pero todo está abierto a los resultados que obtengan Podemos y Ciudadanos, los últimos convidados a la fiesta de la democracia. No es una comunidad fácil para el PP, después de lustros de ‘bonismo’. Si la actual presidenta prolonga su mandato sería un hito histórico. De ahí el actual empeño de Rajoy, que también se volcó en Andalucía pero con unas dosis de confianza mucho menores.
Agitación y turbulencias
Las turbulencias vividas en el seno del Partido Popular durante las jornadas de Semana Santa, al hilo del escándalo Rato, airearon el pulso casi siempre soterrado entre Sáenz de Santamaría y Cospedal. Llovieron los venablos desde Moncloa a Génova y, en menor medida, a la viceversa. El enfrentamiento entre las dos damas de Rajoy pareció abandonar el discreto rincón de comentario en los cenáculos madrileños para expandirse por las terminales del partido. La precampaña estaba en su apogeo y Rajoy frunció el ceño desde su reposo en Doñana.
A su regreso a Madrid, exhortó a sus dirigentes a dejarse de tonterías y centrarse en lo realmente importante y, al tiempo, respaldó públicamente la labor de su secretaria general. En el partido se da por hecho que tras aquellas tensiones, la figura de Cospedal resultó reforzada. Siempre lo había estado, en especial desde que la secretaria general tuvo que asumir el desastre del affaire Bárcenas, un episodio alimentado durante años por otros dirigentes de la formación que, a la hora de la verdad, se quitaron de en medio. Rajoy no olvida determinados gestos y valora las actitudes leales.
Circula la especie por los pasillos del partido de que Santamaría no está en el mejor momento de sus relaciones con el presidente. Puro comadreo. Cierto que la vicepresidenta ha actuado en forma muy singular durante la tormenta Rato, hasta incurrir en aquella ‘amnistía fiscal’ que por tres veces pronunció en sede parlamentaria, en contra de la línea mantenida por el Gobierno. Y cierto que los rumores sobre sus ambiciones políticas en la era post-Mariano no son un secreto. También cuenta con un hilo directo y ‘caliente’ con determinados medios y periodistas, que no incurren en la grosería de la alabanza boba, pero que evitan caer en críticas o reproches.
El presidente del partido no entra en esas menudencias. Alaba a Cospedal porque estima su discreción y su entrega y la secunda en campaña porque necesita que su número dos en el partido logre un resultado impecable en los comicios del día 24. En estos momentos, en efecto, es ‘la niña de Rajoy’. Pero eso, en el PP, apenas quiere decir nada.
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