Por Javier Casado Abogado Publicado en HOY.
Desde que Monago llegó a la presidencia de la Junta de Extremadura, creyendo erróneamente que su victoria fue consecuencia de los engendros de su consultoría de marketing político, decidió que, en lugar del partido, fuésemos los extremeños quiénes pagásemos a su CEO, dejando muy clara su intención de gobernar no para el bienestar de sus paisanos, sino para convertirse en un producto de mercadotecnia, algo muy acorde con la personalidad un tanto narcisista del propio actor.
Fruto del magnífico sueldo que pagamos los extremeños al denominado popularmente ‘Consejero de Ocurrencias’ son las sucesivas campañas a las que hemos ido asistiendo. Las primeras consistentes en llamar a las instituciones por un nombre distinto al que legalmente tienen: La Junta de Extremadura pasó a ser Gobierno (Gobex) y la Asamblea, Parlamento. Paradójicamente (por no usar otra expresión claramente peyorativa) las Leyes no las firma el Presidente del Gobierno sino el Presidente de la Junta de Extremadura. El cambio de Asamblea a Parlamento, como sinónimo de lugar donde se habla mucho, pero casi nunca se dice nada de provecho, es sin duda más asumible. En lo de «Gobierno de los mejores» no quiero entrar, porque en política nunca han echado a nadie por no hacer nada.
Posteriormente, la portentosa maquinaria publicitaria de la Junta de Extremadura, siempre velando porque el inglés sea la lengua vehicular para triunfar en la vida, ha ido poniendo en marcha una cascada de iniciativas: Fab Lab Agrotech, Mooc, Qfruit, Organics, Extremely good, etc, etc. Menos mal que han sobrevivido campañas que llaman a las cosas por su nombre, como las jornadas ‘Bichos, mangrias y otras sabandijas: La historia de los enemigos de nuestros cultivos’. ¡Eso sí es hablar claro!
Y, como aperitivo de la campaña electoral que se nos avecina, las vallas con el slogan «Hacemos», el vídeo de Monago trotando por la dehesa, el de Curro de Camas y Paco de Zafra, y el impagable rap con el que se pretende captar el voto de los barrios extremeños asimilados al Bronx.
En el citado rap, Monago, que aún no se ha enterado de que ganó las elecciones gracias a ZP y las va a perder por su propia incompetencia y por el pesado lastre supone ‘Don Tancredo’ Rajoy, ha decidido alejarse del PP y de su líder, proclamando que cree en las personas más que en los partidos, en las ideas más que en ideologías, y que en política se está para el nosotros, no para el tú y yo.
Vayamos por partes: Si Monago creyese más en las personas que en los partidos, debería haber comenzado su mandato cesando a casi todo su Consejo de Gobierno y a casi toda la Asamblea, para finalizar auto-cesándose. Si las ideas primasen de verdad sobre las ideologías, el Gobierno se debería haber rebautizado como ‘Orfanato de Ideas de Extremadura’ y su Consejo de Gobierno como ‘Hermandad de Huérfanos de Ideas de la Junta de Extremadura’. Si en política no se está para el «nosotros» ¿qué pintan los profesores de pádel, los primos haciendo de chófer o los parientes de unas y otras, elevados a la categoría de lactantes de fondos públicos?
Tras el primer minuto de rap, sus creadores, conscientes de que el bien amado líder aún no se ha visto debidamente alabado, sufren el típico ataque de ‘norcoreanismo’ y se vienen arriba: «Confiar en un Gobierno que siempre dice la verdad» (¡Chúpate ésa!), en el presidente más fuerte, más valiente y más capaz».
Como hay tantos casos en los que el Gobierno no ha dicho la verdad, sólo me voy a detener en una mentira: la relativa a que en el pasado mes de enero íbamos a asistir al mayor strip-tease financiero de todos sus miembros (con perdón de la expresión), de tal forma que conoceríamos sus finanzas y hasta los tickets del Carrefour. Sabiendo lo mucho que gustan al paisanaje los espectáculos eróticos, a día de hoy seguimos sin el deseado destape (patrimonial, por supuesto; aunque al ritmo que lleva, no descartemos nada).
¿Qué decir del presidente más fuerte, más valiente y más capaz? Ignoro cuántos kilos levanta el susodicho en press de banca, ni si hace más abdominales que Aznar, pero estoy dispuesto a concederle el beneficio de la duda. De valentía parece que no va sobrado, y demuestra justo lo contrario cuando denuncia y persigue a dos señoras por el mero hecho de que se instalen frente a su casa reclamando su derecho constitucional a tener una vivienda digna. En cuanto a lo de capaz, lo admito, siempre que a continuación se añada «de hacer el ridículo sin parar» (lo de los viajes a Canarias fue la sublimación, si bien no descarto que se eleve a cotas estratosféricas a lo largo de la campaña electoral).
Y cuando ya se te caen definitivamente los palos del sombrajo es cuando escuchas la estrofa de que los principios y valores para apoyar a nuestra sociedad son la libertad (sobre todo la de opinión: que se lo digan a los medios de comunicación no afines), la igualdad y la justicia social (que pregunten a los miembros del Campamento Dignidad; a los solicitantes de la renta básica, que están pasando un absoluto calvario para cobrar; o a quienes han visto cómo se cerraban los consultorios médicos en sus pueblos).
Nexo común a todo el contenido es su estribillo: «Extremadura, nuestra única doctrina». Se admiten apuestas para saber cuánto tiempo permanecerán en Extremadura Monago y su gurú después de perder las próximas elecciones.
Los comentarios están cerrados.