Imagen: El Hormiguero Publicado en El Huffington Post por Laura Riestra Un total de 4,7 millones de personas vieron el martes por la noche algo inédito en la televisión: el baile de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Saénz de Santamaría, que mostró que es capaz de darlo todo al ritmo de “Uptown Funk” y de responder a las preguntas -incluso las incómodas- de dos muñecos, Trancas y Barrancas. Lo hizo en el programa El Hormiguero, cuyo plató fue, además, el escenario en el que se comprobó una realidad: el cambio que se está viviendo en la política española. En Estados Unidos este tipo de actuaciones no son sólo comunes -la primera dama de EEUU, Michelle Obama, bailó la misma canción que Santamaría en el programa de Ellen DeGeneres- , sino que es algo que se da por hecho en todas las campañas presidenciales, donde el show y la cercanía con la gente lo son todo. En España hasta ahora las cosas no funcionaban así: la política y las campañas electorales eran algo mucho más rígido, hasta el punto de que incluso un debate entre candidatos resultaba excepcional. Sin embargo, se han dado ya varios casos que prueban un cambio de tendencia en la forma de hacer la política española, que ha “bebido” de EEUU. Así, para empezar, ha aparecido un nuevo protagonista y no es el partido, sino su candidato, en torno al que se desarrolla todo lo demás. Las campañas en EEUU son completamente personalistas, pero en España esto no era así: los grandes protagonistas del juego eran los partidos. Entonces llegaron la crisis y los grandes escándalos de corrupción y, con ellos, la desafección y desconfianza hacia la política y todo lo que la rodea. Esto hizo que empezaran a ser necesarias otro tipo de reglas, de estructuras, tal y como explica a El Huffington Post Juan Luis Manfredi, profesor de la Universidad de Castilla La Mancha: “Existe tal falta de credibilidad hacia el partido que se apuesta por creer en las personas, y esto es, en definitiva, en el candidato”. Podemos y Ciudadanos han tomado las riendas en España en ese cambio de tendencia, obligando al resto a reinventarse o, al menos, a introducir cambios. Pablo Iglesias y Albert Rivera han sido los que han dado a conocer a su partidos y no al revés: “Las siglas del partido se han ido diluyendo en beneficio de las personas. La gente cree más en ellos que en el partido como tal”, apunta Manfredi, que defiende que, por otro lado, ambos son los que han podido “innovar”. “Hay que tener en cuenta que en partidos tradicionales como PP y PSOE, con una estructura muy sólida, es muy difícil cambiar, pero han visto que tenían que renovarse y en ese proceso están”. De ahí que la apuesta pase por acercar la figura del político a la ciudadanía y qué mejor manera de hacerlo que de la mano de la televisión y sus programas de entretenimiento. “Esto es muy propio de América. PP y PSOE han cambiado de estrategia y se han dado cuenta de que la televisión sigue siendo la principal herramienta de comunicación y quieren estar presentes. La apuesta pasa por programas de entretenimiento, han visto que lo informativo solo ya no vale, hay que jugar la baza del infoentretenimiento”, explica Roberto Rodríguez, profesor de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-ICADE y socio de MAS Consulting Group. Con este tipo de apariciones se acerca la persona al ciudadano y se hace un tipo de política más presidencialista, propia de EEUU donde se vota a un presidente, a un líder, y de ahí el empeño que se pone en darle a conocer. “Lo que se logra es humanizar al candidato, es lo que algunos llaman la “política pop”, que se sirve del infoentretenimiento para calar entre la ciudadanía”, apunta Rodríguez. Fue justo lo que Podemos, con Pablo Iglesias, ya tenía ganado cuando dieron el salto definitivo a la primera línea de la política. Empezando por el programa La Tuerka y siguiendo por las múltiples tertulias a las que asistió a medida que su fama crecía, Iglesias consiguió convertirse rápidamente en un rostro conocido para los españoles. El caso de Albert Rivera fue parecido, logró notoriedad y el resto de partidos reaccionaron, empezaron a ser conscientes de lo que funcionaba y lo que no. LA POLÍTICA POP De ahí que antes de la vicepresidenta del Gobierno hayan sido otros compañeros de profesión los que ya han pasado por esto. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, acudió también al programa El Hormiguero, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, es uno de los que más “carrera” televisiva tiene: también se sometió a las preguntas de Pablo Motos, llamó ese mismo día a Sálvame para defender su postura sobre el Toro de la Vega y tuvo una aparición muy comentada enPlaneta Calleja. Entre los populares hay más casos: la presidenta del PP de Madrid, Esperanza Aguirre, se lanzó con Pablo Motos a bailar un chotis y hasta cantó un ‘mantón de manila’ en inglés, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, se fue recientemente de cañas con Ana Rosa Quintana y el candidato por Andalucía del PP, Juanma Moreno, apareció en El Intermedio. Todo esto hace hace años era algo impensable. El caso del popular Moreno es una prueba de hasta qué punto estas nuevas estrategias políticas están a la orden del día en España para obtener resultados. Moreno era un candidato “absolutamente desconocido entre los andaluces”, según defiende el profesor Manfredi. Así lo comprobaron en El Intermedio: el periodista Gonzo se trasladó hasta Córdoba con su compañero de programa Juan Ochoa, quien se hizo pasar por el popular… y nadie notó la diferencia. “Días después el verdadero Juanma Moreno repitió el experimento y, de una manera original y en espacio adecuado, logró todo el impacto y reconocimiento que estaba claro que de otra forma no estaba logrando”, explica este profesor de la UCLM. Son ejemplos que prueban cómo en España se vive una “americanización” en el ámbito de la comunicación política. Así, cada vez está más consolidada y profesionalizada la figura del asesor y las campañas se enfocan a ser cercanas a la ciudadanía. En América esto se hizo ya a principios del siglo XX, pasando de la “vieja política” a la “nueva política” y, a partir de la campaña de Eisenhower en 1952, se acuña el término de “marketing político”, con el que, como explica Rodríguez, se permite conocer con más profundidad la demanda del ciudadano y se empieza a trabajar con un enfoque “más comercial” basado en la “satisfacción de demandas”. Esa es la base de un modelo que lo cambió todo y del que la política española también bebe. España no es el único país en el que esto se está dando. Grecia o Reino Unido son, por ejemplo, otros de los escenarios en los que la manera de hacer política también están modificándose. “En Grecia el líder indiscutible es Alexis Tsipras. Él es el que ha ganado tres veces las elecciones griegas, no Syriza.

Por Asesmap

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