Por: Guillem López i Bonafont
“Nuevas formas de hacer política” reunió hace unos días a una nutrida representación de las fuerzas políticas que las últimas encuestas muestran en clara evolución positiva en Cataluña.
El encuentro en el aula magna de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona sirvió, en primer lugar, para dejar constancia de que la gestión de la res publica vive hoy un cambio radical.
Radicalización democrática para acabar con políticas sectarias fue el mantra más repetido por los tres ponentes que personalizaron tres generaciones, tres modelos políticos y tres fórmulas comunicativas radicalmente diferenciadas, pero con un mismo fin: la regeneración. El evento transcurrió con la mirada atenta de un público con incesante ánimo participativo bajo la presidencia de Agustí de Uribe, fundador de la ACCIEP (Asociación Catalana de Comunicación, Estrategia e Investigación Políticas).
María Rovira, número 2 de la candidatura de la CUP-Capgirem Barcelona (CUP-Demos la vuelta a Barcelona), realizó un ilustrativo relato personal sobre cómo las nuevas formaciones captan adeptos para sus filas en pleno siglo XXI. Ni campañas de captación, ni marketing relacional, ni negociaciones; lo que la candidata de la CUP (Candidaturas de Unidad Popular) conceptualizó como “el paso natural” ejemplificaba la forma en que éstas formaciones han calado en el tejido asociativo de todas las ciudades catalanas.
“Todo activista comprometido con su barrio sabe que la CUP es su destino inmediato”. Así de simple ejemplificaba Maria Rovira el fin de la mayor fuente de militantes que nutrió a PSOE y el PSUC durante los años 70 y 80 en Barcelona. En su opinión, sus seguidores ven hoy en la CUP un nuevo hogar dónde compartir sus valores feministas, socialistas y de absoluto rechazo a cualquier forma de represión social.
Por su parte, Arcadi Oliveres, impulsor de Procés Constituent y destacado economista catalán, dejó el público atónito con la exposición de lo que nombró un “sistema criminal y asesino”. Se refería al sistema capitalista, al que describía con infinidad de datos que suscitaron una expresiva alteración del público al mismo tiempo que mostraba la paralela relación causa-efecto con el popular movimiento de indignados que ha modificado el espectro político catalán y español.
Oliveres, quien se identifica como “catalizador de la izquierda transformadora”, ilustró con su maestría de veterano profesor universitario los vicios de un régimen que prioriza el entretenimiento de su población antes que su educación. Oliveres subrayó que para acabar con el paro es necesario un cambio. Un cambio que concretó en una ampliación del Estado del Bienestar, asimilándolo al de Suecia, en el que los cuidados de los abuelos son retribuidos. Según Oliveres, éste Estado no es posible sin el incremento de los ingresos, que no necesariamente deben provenir del aumento de tasas, sino de la reducción del fraude fiscal y de la reducción del gasto militar.
Viejas y nuevas necesidades
Pau Guix, responsable de acción cultural de Ciudadanos, cerraba el testimonio relatando una vía distinta de llegada. Quien fue militante del PSOE en Catalunya, no dudó en mostrar su desconcierto cuando veía que su carnet variaba de iniciales año tras año (de PSOE a PSC) hasta hacer el salto a la única formación política que le justificaba su participación activa en política: la ilusión. Ese fue el concepto que adoptaba el representante de Ciudadanos utilizándolo como variable sine qua non para cumplir los principios básicos de representación que deben ejercer los partidos políticos, para dar respuesta a viejas necesidades, para abandonar de una vez por todas las políticas corruptoras y para constituir un sistema democrático compartido por todos.
Regeneracionistas o no, estas formaciones, que hace pocos años raramente se les veía fuera de sus espacios de influencia, se sientan hoy en la misma mesa poniendo puntos comunes con un fin distinto, pero con parecidos. Todos ellos dicen que han llegado para quedarse y, ante eso, sólo el tiempo dirá.
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