ENTREVISTA AL CANDIDATO DE UPYD A LA PRESIDENCIA DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Por Óscar Sainz de la Maza y Ainhoa Campos

Ramón Marcos es capaz de afiliarse a los partidos cuando estos pasan por su peor momento, y de abandonarlos en el mejor. Llegó al PSOE en 1996 y se hartó a mediados de los 2000. Quizás por ello no siente vértigo ante los recientes sondeos, que amenazan con borrar a UPyD del mapa político.

La formación, tan asociada al color magenta y al retrato de su líder, Rosa Díez, fue fundada en 2007 por socialdemócratas asqueados con las negociaciones entre el gobierno socialista y ETA, y por la política de concesiones al nacionalismo periférico en general. Pronto, su programa se desplegó como una enmienda a la totalidad al sistema bipartidista y su reparto pactado de las instituciones públicas. Ambas posiciones le dieron la notoriedad y la popularidad suficientes para sacar diputado en el País Vasco y en el Europarlamento. El partido despegó con fuerza cuando, en las elecciones generales de 2011, logró conquistar nada menos que cinco escaños.

Cuatro años después, sin embargo, poco queda de aquel triunfo, gracias a los vaivenes recientes en la partitocracia española y a la crisis orgánica dentro de la propia UPyD. De los cinco diputados, muchos han desertado o se han sumado a los intentos por renovar el liderazgo del partido, controlado siempre por la férrea mano de Rosa Díez. Las expulsiones, las dimisiones y la deserción hacia Ciudadanos –particularmente tras quedar fuera del Parlamento Andaluz en las recientes elecciones- se han sucedido a ritmo de vértigo. A pesar de haber denunciado las políticas de Rajoy con gran éxito, de no haber aceptado entrar en el reparto de las instituciones, y de haber puesto en primer lugar la querella contra los directivos de Bankia, UPyD se encuentra en plena crisis de comunicación, en plena crisis de partido.

En la sede de la formación, discreta e incrustada en un segundo piso pegado al Congreso de los Diputados, los trabajadores organizan la campaña más reñida mientras un humificador purifica el ambiente. A través de las ventanas, se puede atisbar como en el solar de al lado –quizás como ruidosa metáfora del panorama electoral- unas grúas destruyen un edificio centenario al tiempo que respetan su fachada. Ramón Marcos nos recibe, siempre cortés, siempre aseado, y juntos buscamos un despacho en el que comenzar una entrevista que se prevé decisiva.

Usted se queja con frecuencia de la “teledemocracia”, dominada por las encuestas, los debates televisados y los titulares de prensa. ¿Si no es en esos ámbitos donde se debería desarrollar el juego político, entonces dónde?

Al final, las decisiones se toman en las instituciones, los parlamentos y los gobiernos; la gente tiene que estar informada al respecto. La política, además, tiene que ser reflexiva, un debate sobre hechos, no una subasta de propuestas que luego puedan resultar irrealizables. Ése es el concepto de política que yo quiero transmitirle al ciudadano. Cuando menciono la “teledemocracia”, no quiero decir que no se deba polemizar en TV, o informar desde los periódicos. Me refiero al concepto –que no es mío, sino del sociólogo italiano Giovanni Sartori, y del que habla en su libro Homo Videns (1998)- que implica algo parecido a lo que ocurrió en la Italia de los 2000 con Berlusconi. Es decir, que las personas que dirigen los medios decidan quién ocupa las portadas sin guiarse por criterios de información, o de propuesta política. Porque si fuera por propuestas, desde UPyD hemos hecho cientos de ellas y, sin embargo, no hemos abierto portadas de periódicos. Otros, con cuatro medidas escritas en una hoja ya han abierto muchísimas. Ése es el problema de la “teledemocracia” y, en general, de la baja calidad democrática de nuestro país.

¿Así que los medios apoyan el crecimiento de Podemos y Ciudadanos?

Antes de nada, esto no es un problema de los periodistas; vosotros sois personas independientes que buscan hacer su trabajo. Pero en “teledemocracia”, en “sondeocracia”, lo que hay son otros intereses. Y en España, el poder económico tiene interés en que todo siga igual, porque saben que UPyD es libre. Libre en el sentido de que podemos renunciar a estar en el Consejo General del Poder Judicial porque queremos una justicia independiente, y porque eso nos permite poner la querella de Bankia y poner al descubierto la forma en que los políticos, los empresarios y los sindicatos se repartían la tarta en este país.

¿Pero estos partidos que acaban de nacer no son también libres e independientes?

Yo sólo le digo lo que veo, que nosotros somos libres, que hemos hecho muchas cosas desde las instituciones y que no hemos abierto portadas de periódicos ni estado en la televisión. ¿Y qué han hecho otros? Ciudadanos lleva en el Parlamento catalán desde el año 2006 y, aparte de mantener una posición antinacionalista, no ha hecho nada para paliar la situación del “oasis catalán”, de la ciénaga; con la corrupción de los Pujol, con Narcís Serra dirigiendo Caixa Cataluña… ¿Qué propuestas han presentado? Ya no sólo contra la corrupción, sino en relación con los desahucios, la educación, la economía o la creación de empleo. Pues ninguna. Nosotros, por contra, tenemos una actividad parlamentaria real. En 2009, Rosa Díez propuso, con su único voto, despolitizar las Cajas de Ahorros. Fueron 249 votos en contra: todos los demás. ¿Y qué pasaba en Madrid por aquel entonces? Pues que el PSOE de Tomás Gómez –con Carmona, por cierto- se estaba poniendo de acuerdo con Esperanza Aguirre y con Izquierda Unida para cambiar la Ley de Cajas de cara a Caja Madrid, incrementando el número de puestos en el Consejo de Administración para poder colocar así a un vicepresidente del PSOE, Virgilio Zapatero. Los mismos que apoyaron la fusión fría de las cajas, creando el Banco Financiero y de Ahorros [que se encargó de los activos tóxicos de muchas cajas] y los que pactaron para colocar a Rodrigo Rato de presidente de Bankia en 2010 [la entidad que finalmente salió a bolsa, desprovisto ya de esos activos]. ¿Por qué UPyD ha podido oponerse radicalmente a todo esto? Porque somos libres y no tenemos dueño. Y dado que vamos a seguir haciéndolo, resultamos necesarios en las instituciones.

Pero usted se afilió a Ciudadanos en 2007.

Yo comencé afiliándome al PSOE de Valladolid en 1996, cuando perdieron las elecciones; era de izquierdas, por cosas de mi abuelo, pero consideraba que había que cambiar el partido. Cuando aprobé la oposición a letrado de la Seguridad Social y me destinaron a Barcelona, me encontré con que allí no estaba el PSOE, estaba el PSC. Y que nos habían engañado; que la política que hacía el PSC, con Raimón Obiols y compañía, era una política esencialmente nacionalista. Cuando vi que ganaban las catalanas en 2003 y que el PSOE ganaba las generales un año después, no quise dedicarme a buscar un cargo público, sino que preferí denunciar el Estatuto de Cataluña como algo que iba a generar desigualdades en España y divisiones en Cataluña, y a obstaculizar el funcionamiento del Estado. Unos cuantos nos reunimos y comenzamos a escribir cartas a diputados socialistas para lograr su apoyo en esta cuestión y así conocí a muchos de los que crearon Ciudadanos. Con ellos mantengo buena relación, ninguno sigue ya en el partido. Fue en 2007 que me afilié tres meses, y lo que vi no me gustó.

¿Qué fue lo que no le gustó?

Prefiero no hablar de ello. Era un partido esencialmente antinacionalista, sin proyecto de país más allá de aquello. Yo me di cuenta de que los problemas de España no venían tanto del nacionalismo (que era más bien un síntoma de lo mal que se estaba gobernando el país), sino del hecho de que PP y PSOE no estaban dispuestos a afrontar las reformas necesarias para lograr un cambio. Claro, que cuando yo empecé en Ciudadanos, no existía UPyD. Cuando se creó, me llamaron Juan Luis Fabo y Carlos Martínez Gorriarán, que habían conocido a Rosa Díez en la época en que nos carteábamos con los diputados socialistas.

¿Y ella había sido receptiva a estas misivas?

Sí, acabó reuniéndose mucha gente a cuenta de ese tema. Álvaro Cuesta, Leguina, Alfonso Guerra… A este último le vi varias veces y la verdad es que cargó con muchísima dureza contra la forma en la que gestionaba el PSOE todo esto. Aunque luego, cuando presidía la comisión constitucional, hicieron cuatro enmiendas y acabó aprobándolo.

Entonces, ¿Ciudadanos era un partido demagogo, en su opinión?

Mi opinión es que era una cáscara vacía, puro antinacionalismo. Los que valían de verdad se fueron todos.

¿Y ha evolucionado desde entonces hasta ahora?

Sigue siendo una cáscara vacía, lo estamos viendo. Mira si no en Miranda de Ebro, donde han tenido que retirar la candidatura por meter en ella a ancianos sin su consentimiento. O en Mataró, donde la candidata se ha retirado tras leerse el programa electoral y ver que no coincidía con sus ideas. Poner candidatos antes de elaborar el programa, vaya disparate. Ante todo, Ciudadanos es una construcción empujada, desde mi punto de vista, a base de portadas de prensa y horas de televisión con el objeto de reconfigurar el marco político español sin que nada cambie. UpyD, en cambio, tiene un proyecto de cambio real demostrado con hechos, y algunos de los problemas que tenemos son producto precisamente de nuestros aciertos, de habernos enfrentado a la gente más poderosa de este país.

Pasemos pues a sus propuestas. ¡Impuestos! ¿Qué política fiscal quieren?

En España, la carga fiscal sobre el trabajador es brutal. Nosotros queremos equiparar el impuesto sobre las rentas del trabajo al impuesto sobre las rentas del capital, refiriéndonos a aquellos que tienen propiedades, ya sean éstas inmobiliarias o financieras. Porque no se puede permitir que un trabajador tenga que pagar el 30 o el 45% por sus ingresos, mientras que si esos mismos ingresos salen de alquilar un piso de o de tener acciones financieras, entonces el impuesto sea diferente. Queremos homologar la presión fiscal, y bajar el IRPF a las rentas medias y bajas. Luego, queremos unidad fiscal en España: nada de Concierto Vasco o de privilegios para Navarra. Aparte de esto, no puede ser que Madrid bonifique al 95% -para todos por igual- el impuesto de sucesiones y donaciones. Habrá que modificarlo también para que las rentas más bajas se beneficien de ello más que las altas; así dejaremos de tratar a la Duquesa de Alba igual que al que hereda el piso de sus padres. Por otra parte, hay una sentencia del Tribunal de Estrasburgo de 2014 que condenaba al estado español por discriminar a los europeos no residentes en el país aplicándoles un tipo superior; eso también hay que cambiarlo. En cuanto al impuesto de patrimonio, queremos modificarlo para que –a partir del millón de euros, no por la vivienda habitual o por una empresa sin más- se tribute al 50%.

Pasemos al ámbito universitario. Por cierto, ¿vosotros apoyasteis a Rafael Calduch como candidato a rector por la UCM?

No. Calduch es afiliado a UPyD, pero se presentó de manera independiente y sin contar con el respaldo del partido. No por nada en particular, sino porque creemos en despolitizar la universidad.

¿Y qué opina usted de la Universidad española?

Que no debería ser un sitio para hacer política, sino para conseguir la mejor investigación posible y los mejores resultados entre los estudiantes. Nosotros lo que queremos lograr es que haya una universidad madrileña entre las cinco mejores de Europa. Eso implica varias cosas: una financiación estable en el tiempo, una reducción de toda la burocracia, en algunos casos implica fusionar estudios e implica también bajar las tasas; a fin de garantizar el acceso a la universidad de todos los estudiantes, sea cual sea la riqueza de su familia. Eso último es fundamental.

¿Y del sistema educativo?

¿Del sistema educativo universitario? Somos partidarios de una gran reforma a nivel nacional que rompa con la endogamia que se suele ver en la universidad española. Que permita una mayor movilidad del profesorado entre los distintos centros, que haga una selección del profesorado mucho más rigurosa, que lo evalúe en base a objetivos bien marcados. Y por lo demás, duplicar las plazas de formación profesional: si en Polonia hay un 5% de abandono escolar temprano, en España hay un 20%. La riqueza de un país está directamente relacionado con su nivel educativo. Por eso es fundamental la reforma.

¿Cómo financia UPyD su campaña? Porque la financiación está ahora en el ojo público.

Teníamos 100.000 euros ahorrados, a lo que hemos sumado lo que ganamos a través de la campaña de donaciones.

¿Y qué tal ha ido eso? Porque a Podemos le ha funcionado muy bien, pero la de Ciudadanos ha fracasado.

No te lo sé decir, realmente, pero creo que hay en torno a 80.000 euros o más. Hemos duplicado el presupuesto que teníamos. Lo que no tenemos es financiación bancaria. No nos han dado ni un solo duro.

¿Habéis hablado con algún banco en particular?

Sí, hemos ido a pedir créditos y nos han dado cero euros. Al PP le dan veinte millones de euros. Y veinte millones significa doscientas veces lo que nos gastamos nosotros en campaña. Ciudadanos tiene un presupuesto cercano a dos millones de euros: veinte veces lo que tenemos. Sólo pregunto una cosa: ¿por qué les dan dinero a ellos… y a nosotros no?

¿Por qué fue imposible la fusión con Ciudadanos?

Creo que el error más grave que cometió UPyD fue confundir a la gente iniciando esas negociaciones. Las diferencias entre ambos partidos son sustanciales, no sólo en el funcionamiento interno sino en términos de política institucional y de propuestas concretas. Sus propuestas son legítimas pero diferentes a las nuestras. ¿Que hay similitudes? También las hay con el PP, con Podemos, con el PSOE, con IU… Pero el punto esencial de nuestro programa es ser libres, y detrás de Ciudadanos había toda una operación mediática que pretende condicionar nuestra libertad para seguir defendiendo aquello que nosotros consideramos justo para las instituciones. No queremos ser correa de transmisión de los poderosos. Por eso, de lo que me arrepiento es de comenzar aquellas negociaciones y sufrir la presión mediática que llegamos a sufrir.

Antiguos afiliados a UPyD afirman que en el partido la democracia es imposible; resulta impensable no apoyar las listas que propone Rosa Díez. Entre ellos Sosa Wagner, que en su último libro, Memorias europeas. Mi traición a UPyD (2015), le llama a usted “comisario Marcos” y le acusa de cumplir las directrices de la jefa para liquidarle políticamente.

Con las cosas que dice, Sosa Wagner se descalifica él solo. Su gran error político fue votar en el Parlamento Europeo al señor Juncker como presidente de la Comisión. ¡En contra de la decisión del partido! Votó de manera independiente a Juncker, que es responsable de las políticas que nos han conducido hasta donde estamos: precariedad laboral, reducción del gasto y los servicios públicos… Solamente eso tenía que haber sido motivo suficiente para que se hubiera marchado del partido. Nuestro error fue no decírselo claramente y no actuar con la dureza con la que teníamos que haber actuado: tomó una decisión política en contra de nuestras promesas electorales, y eso es precisamente lo que no se puede permitir. Él ahora se dedica a insultar, pero lo cierto es que yo era el responsable de Instituciones y le tuve que decir “oye, hay que votar lo que hay que votar”. En general, vi que era una persona a la que le cuesta reconocer cuándo comete errores. Y en la vida, uno tiene que saber que a veces acierta, y a veces no.

En caso de quedar fuera de los 13 parlamentos autonómicos, como pronostican las encuestas, ¿UPyD se tendría que plantear un congreso extraordinario, una refundación, la disolución..?

Queremos salir elegidos y estamos trabajando para lograrlo todos los días. Creo que hemos hecho un gran trabajo durante estos años; yo he hecho un gran trabajo, creo, desde las instituciones, como diputado libre enfrentándome a los poderosos en la Comunidad de Madrid, diciéndoles las cosas claras. Lo que otros ni han hecho ni se han atrevido a hacer. Con transparencia. Trabajamos para ser decisivos y, una vez pasadas las elecciones, se celebrará un congreso extraordinario. Ya está convocado, allí se decidirán las cosas que se tengan que decidir.

Como reflexión final, ¿Los nuevos partidos han logrado acabar con el bipartidismo?

Hombre, yo tengo la impresión de que en España siguen siendo PP y PSOE los que cortan el bacalao. Lo hemos visto en Andalucía, donde ha ganado el Partido Socialista a pesar del paro que hay, de la corrupción que hay, del nivel educativo que hay… Y con el mismo resultado electoral que en las anteriores elecciones. Realmente, la nueva política no consiste en que aparezcan partidos nuevos, sino en que haya nuevas propuestas para cambiar la forma en la que España ha sido gobernada durante todo este tiempo. Eso es lo que nosotros proponemos y es lo que queremos, y no sé si lo conseguiremos pero desde luego estamos trabajando por ello.

Por Asesmap

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