Foto: Efe Publicado por: David Hernández Martínez @david_hm91 La atención internacional y fundamentalmente la europea parece centrada en otras cuestiones, como la guerra de Siria, la crisis de los refugiados o los problemas propios dentro del seno de la Unión Europea. Los focos mediáticos son demasiado volátiles, en una sociedad con tanta información en sus manos y frente a un entorno tan volátil y convulso, los titulares y noticias se suceden vertiginosamente, por lo que hace unos días nos preocupaba, ahora se vuelve un vago recuerdo. El caso del conflicto de Ucrania es un claro ejemplo de ello. Durante todo 2014 se sucedieron numerosas novedades e imágenes impactantes sobre el país del este de Europa. Sin embargo, ahora la sociedad occidental europea parece olvidar que las trincheras aún siguen levantadas en amplias regiones ucranianas y que las armas siguen apuntando y listas para iniciar una nueva escalada violenta. Hay que recordar que la tensión violenta en el este de Ucrania, que hace precisamente frontera con Rusia, se inició a partir de marzo de 2014. El exilio forzado del entonces presidente Yanukóvich, debido a las presiones de gran parte de la población ucraniana pro-europea y anti-rusa, generó que las regiones con mayores lazos con Rusia, se desligarán de la posición tomada por el nuevo gobierno de Kiev. Durante el mes de abril y mayo de 2014, dentro de las regiones de Donetsk y Luganks, distintas milicias y políticos locales fueron proclamando unilateralmente la independencia de estas áreas, además de reafirmar su identidad pro-rusa. El gobierno central de Kiev, no dudo de emprender hacia militares en el terreno, lo que favoreció que los actos violentos concentrados, se convirtieran rápidamente en una guerra civil, con dramáticas consecuencias para la población civil. En el verano de 2014 se produjeron cruentos combates entre las fuerzas armadas ucranianas y los separatistas pro-rusas, que no sirvieron para decantar la balanza sobre ninguno de los bandos. El renovado gobierno de Ucrania, de tinte europeísta, contaba con el apoyo tácito y logístico de la mayoría de las potencias occidentales. Por su parte, los rebeldes de Donetsk y Luganks, tenían el respaldo de Moscú. Pese a infinidad de negociaciones, que involucraron directamente a Estados Unidos, Alemania, Francia y Rusia, la situación no pareció mejorar. Hasta que a finales de 2014, pareció llegarse a un frágil acuerdo en Minsk (Bielorrusia), que suponía un alto fuego que ha perdurado delicadamente durante todo 2015. Sin embargo, desde diciembre de 2014, el este de Ucrania vive bajo un alto el fuego que no ha resuelto el problema de fondo y que ha estancado las posibles soluciones.
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