Las criptomonedas, representadas principalmente por el BITCOIN, son uno de los nuevos temas a tener más en cuenta en la agenda política internacional de los próximos años. Aunque podamos pensar que es un tema únicamente económico, tiene grandes implicaciones políticas. Muchos países ya se empiezan a posicionar sobre ellas. Y quien no lo haga, se puede quedar atrás.
¿Qué son y cómo se utilizan?
En primer lugar, debemos saber qué son las criptomonedas y cómo se pueden utilizar
Son monedas digitales que utilizan técnicas de cifrado complejas para llevar a cabo sus transacciones y todo lo que a ellas se refiere. No están reguladas ni controladas por ningún banco central, por lo que están descentralizadas y se regular completamente por el mercado de quienes las utilizan. Los blockchain (o cadenas en bloque) son las bases de datos que utilizan estas monedas para acceder a los archivos que conforman las criptomonedas.
Las transacciones se llevan a cabo mediante el minado, que es la actividad de formalizar las transacciones. Estas requieren una gran cantidad de potencia energética. Por ello, solo es rentable llevarlas a cabo en algunos países (Islandia, Kuwait o Venezuela entre otros). Allí la energía es más barata y por lo tanto este negocio se convierte en viable.
Estas características de las criptomonedas hacen que sean unos valores muy fluctuantes. Las subidas y bajadas de los valores de estas monedas son muy grandes y tienen poca seguridad, lo que favorece la especulación. Pero poseen mayor libertad y menor control que las monedas o divisas tradicionales.
La primera criptomoneda que se creó fue el Bitcoin en 2008, por una entidad de la cual se desconoce su identidad real. Actualmente, su valor es de aproximadamente 37.000 euros por cada Bitcoin, habiendo tenido una subida enorme desde el momento de su creación. Su mayor subida se ha producido durante finales de 2020 y este año 2021, habiendo llegado a alcanzar más de 50.000 euros de valor. Tras una gran caída en mayo, ahora parece remontar de nuevo.
Implicaciones políticas
Tras este repaso a su funcionamiento, historia, etc. nos podemos centrar en las implicaciones que tienen estas criptomonedas en el terreno político. La noticia más relevante en este ámbito fue la que conocimos recientemente de que El Salvador se convirtió en el primer país que aprobó el uso del Bitcoin como moneda de curso legal. El presidente, Nayib Bukele, promulgó la “Ley Bitcoin”, aprobada el 8 de junio por la Asamblea Legislativa. Aseguró que esto generaría empleos y aumentaría las inversiones en el país. Organismos económicos internacionales se opusieron a ello, pero el país parece firme en esta apuesta. También ha existido una oposición interna. Algunos sectores (como el de la agricultura) no han visto con buenos ojos este cambio. Pero por el momento el presidente cuenta con suficiente apoyo popular.
Otros países, sin embargo, como China, han prohibido cualquier transacción con criptomonedas en su territorio. Según el Banco Popular de China, estas monedas no son dinero real, declarándolas por tanto ilegales. Tras este anuncio, el Bitcoin cayó hasta un 5%. Además, muchas personas dedicadas al minado, están abandonando el gigante asiático.
Otros ejemplos son países como Irán. El país islámico hasta hace poco tiempo castigaba duramente a quienes practicaban la actividad de minado de criptomonedas. Pero ahora permite esta actividad, en parte por los bloqueos económicos que sufre por otros países. Aprovechándose de su producción de petróleo, puede utilizar esta actividad como una nueva fuente de ingresos para el país.
Unión Europea y Estados Unidos
Sin embargo, no todos han tomado partido. Y curiosamente son potencias como la Unión Europea o Estados Unidos quienes menos se han posicionado oficialmente al respecto de esta nueva “moda” económica.
Sí hay algunas propuestas sobre la mesa
Por ejemplo, la UE quiere que el uso de estas criptomonedas esté regulado, impidiendo que existan billeteras anónimas. El fin último, según ha mencionado la propia Comisión Europea, es acabar con el fraude y su uso para fines criminales (como el blanqueo o el terrorismo).
Estados Unidos, por su parte, únicamente ha manifestado su voluntad de regular este mercado. Quieren un mayor control sobre él, escudándose en que muchos no cumplen la legislación vigente.
Los países, como podemos observar, están reaccionando ante este fenómeno. Pero, como sucede en muchas ocasiones, se están viendo superados. Uno de los fallos de las instituciones es su dificultad para adaptarse en tiempos y recursos al mundo real. Y este es un claro ejemplo de ello.
Los mercados de las criptomonedas están evolucionando, expandiéndose, fluctuando y cambiando continuamente. Sin embargo, las instituciones de muchos países, especialmente los desarrollados, únicamente han propuesto algunas ideas para tratar el tema.
Otros países menos desarrollados, como los mencionados El Salvador o Irán, han decidido tomar la delantera. Con movimientos, decisiones y políticas arriesgadas, tratan de anticiparse a las tendencias futuras y beneficiarse de este nuevo mercado.
Es el movimiento arriesgado de quien no tiene nada que perder ante las grandes potencias, que calculan meticulosamente cada paso que van a dar.
Por último, no debemos olvidar las luchas geopolíticas internacionales entre las grandes potencias. La disputa entre EEUU y China por la hegemonía mundial puede hacer que las posiciones de ambos sean opuestas en este tema, como las son en muchos otros. Por lo tanto, esto puede convertirse en una partida de ajedrez, con cada potencia esperando el movimiento de la rival para llevar a cabo el suyo.
El futuro, que a tanta velocidad cambia, nos mostrará cuáles son definitivamente las nuevas tendencias en este ámbito tan controvertido de las criptomonedas y la política internacional.
Carlos Ruiz Barro.
ASESMAP – Asociación Española de Marketing Político y Electoral.
