Por Juan Sebastían Morales @juansmorales Tras las elecciones autonómicas de Cataluña y ante lo ocurrido en las mismas, nos encontramos con la convocatoria de elecciones generales para el próximo 20 de diciembre del presente año, es conveniente, ante tanta cita electoral pararnos un momento a reflexionar sobre donde estamos y hacia donde vamos. Desde mayo de 2014 y hasta octubre de 2016 en que con toda probabilidad tendrán lugar las elecciones en Galicia y País Vasco, si estas no se adelantan, se habrá renovado todo el panorama político español, una renovación que ha tenido como nota dominante la aparición con fuerza de dos formaciones políticas de carácter nacional, Ciudadanos y Podemos, sin darnos cuenta con esta renovación de las instituciones democráticas y en el momento que estamos viviendo se puede decir que estamos siendo testigos de la “segunda transición”.Una vez realizadas las elecciones antes citadas, en poco más de dos años habremos renovado todas las instituciones, sin embargo algo debe llamarnos la atención, y no es que PP y PSOE hayan perdido fuerza sino que al igual que ha sucedido en Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, sean las fuerzas políticas que han perdido las elecciones las que gobiernen frente a las que han ganado. Es cierto que esto es algo que ya había sucedido antes (no de una forma tan radical como tras las elecciones de mayo) pero la verdad es que es algo que no ha ocurrido nunca en el ámbito nacional, siempre el partido que ha ganado las elecciones generales ha sido quien ha gobernado, bien con mayoría absoluta, bien con mayoría simple, en minoría o con pactos, pero nunca antes se había visto como posible que el segundo partido pudiese gobernar con el apoyo del tercero o el cuarto, marginando de esta forma al ganador.Todas las encuestas dan como vencedor de las elecciones del 20D al PP, y sin embargo no son pocos los analistas políticos que ya dan por bueno y posible un pacto de PSOE con Ciudadanos o con Podemos, o incluso con ambos, esta situación nunca vista debe hacernos pensar y tener muy clara la importancia de los próximos comicios en los que nos jugamos todo, se podría decir que tras lo ocurrido en Cataluña nos jugamos España, nos jugamos nuestra razón de ser. Mientras que en Portugal se ha respetado la voluntad de la mayoría de portugueses, en España parece que lo que diga la mayoría de los ciudadanos le va a importar bien poco a quien pierda las elecciones, lo hemos visto en mayo y desgraciadamente parece que lo vamos a volver a ver en diciembre. Sin embargo la tan necesaria reforma de la ley electoral para primar al partido que gane todavía no ha podido ver la luz. Es conveniente que ante esta situación los españoles seamos responsables y demos la confianza a una candidatura, con un programa electoral en mano y con unos candidatos, y no a quienes aunque se presenten de forma separada, con distintos programas y candidatos, tras las elecciones pretendan juntarse impidiendo que la voluntad mayoritaria de las urnas se vea reflejada en la gobernabilidad de España.
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