La constante amenaza producida por el cambio climático a lo largo y ancho del globo ha obligado a la Unión Europea a tomar cartas en el asunto. La coyuntura actual obliga de manera imperante a tomar conciencia de los efectos perjudiciales asociados al cambio climático que ya estamos viviendo. Temperaturas extremas, deshielos y contaminación abusiva por un lado; la agonía del planeta, en el contrario. Como consecuencia, la Comisión Europea ha presentado formalmente su ‘Pacto Verde Europeo’ para perfilar Europa como “el primer continente en presentar una arquitectura integral” para dejar de producir emisiones netas de gases de efecto invernadero en 2050. Una aspiración que propone un crecimiento económico disociado del uso de recursos y una colaboración conjunta entre países miembros con el firme propósito de que “nadie se quede atrás”.
El compromiso adquirido en el marco de la Agenda 2030 ha puesto de relevancia un conjunto de acciones destinadas a lograr la “neutralidad climática en 2050”. El objetivo a alcanzar mediante un acuerdo fehaciente entre los estados comunitarios aboga por no liberar más dióxido de carbono del que pueda absorver el territorio geográfico que compone el continente. La presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, ha sido la encargada de dar a conocer las trece iniciativas legislativas y sus correspondientes acciones concretas en materia de Transporte, Energía, Mercado de emisiones de carbono y Biodiversidad. Entre las acciones más destacables y que más ampollas han levantado se encuentran el adelanto del fin de los coches contaminantes a 2035, la subida de impuestos a la aviación y a los barcos y la posible repercusión del precio del CO2 en los hogares.
Fit for 55: las medidas que pondrán a Europa ‘en forma’ para un futuro más sostenible
El paquete normativo presentado por la Unión Europea ha sido bautizado como ‘Fit for 55’, ‘en forma para el 55’. Un guiño que hace referencia al compromiso de Europa de reducir en 2030 sus emisiones equivalentes de dióxido de carbono al menos en un 55% respecto a los niveles de 1990. Sin dudas, un paso intermedio para alcanzar la anhelada neutralidad climática en 2050. “Los europeos han decidido”, aseguraba la mandataria internacional respaldando así la viabilidad de este ambicioso proyecto bajo la percepción de la opinión pública.
Las propuestas enmarcadas dentro del proyecto serán negociadas de manera conjunta con los estados miembro representados en el Consejo y con el Parlamento Europeo. La Comisión advierte que será una transición “profunda y dura” con “grandes cambios estructurales” acometida en poco tiempo. Sin embargo, esta, ligada al otro gran vector que impulsa Europa, la digitalización, augura un futuro con más y mejores posibilidades para la Unión Europea.
Hoja de ruta: “las emisiones de CO2 deben tener un precio”
“Un cambio en esta escala nunca es fácil, aun cuando es necesario. Algunos dirán que debemos ir más despacio, hacer menos, pero cuando se trata del cambio climático hacer menos o nada significa literalmente cambiarlo todo”. Con esas palabras, Von der Leyen invitaba a ponerse manos a la obra esgrimiendo una hoja de ruta que no ha dejado indiferente a nadie. Y aunque lo cierto es que el volumen y la contundencia de este paquete de medidas han sorprendido a más de uno poniendo el grito en el cielo, la salud de nuestro planeta y la de los que aquí habitamos pendía –prácticamente- de una maniobra de reanimación que le devolviera el latir.
Bruselas pretende que el precio del CO2 determinado por el Sistema de Comercio de Emisiones ETS se encarezca progresivamente. Asimismo, planea que el ETS abarque el transporte y la energía que consumen los hogares. No obstante, un posible incremento generalizado del precio de la factura de la calefacción genera inquietud. Por ello, la Comisión propone que el propio sistema ETS genere un fondo con 70.000 millones de euros en diez años para a ayudar a los hogares más humildes. El objetivo del ETS es incentivar a los productores de energía y combustible a transitar hacia tecnologías sostenibles en vez de ir pagando cada vez más por generar CO2.
En materia de Transporte, cuarto sector responsable de las emisiones de la Unión Europea, se plantea elevar progresivamente la exigencia medioambiental a coches y furgonetas. El propósito busca conseguir que en 2035 solo se vendan motores no contaminantes. Quiere además incentivar el despliegue masivo de puntos de carga para dar un impulso definitivo al vehículo eléctrico.
@Irene iglesias Álvarez
