El pasado 11 de septiembre la tierra empezó a temblar en la Isla de la Palma. No era la primera vez que pasaba. Tampoco algo completamente inesperado, puesto que desde 2017 había actividad sísmica en la isla. Pero a medida que pasaron los días, se registraron más seísmos que en períodos anteriores, lo cual indicaba una posible reactivación de la actividad volcánica en la Palma, en especial del volcán Cumbre Vieja.
En efecto, así fue y el 19 de septiembre se fracturó el terreno y la lava comenzó a fluir por la superficie de la Isla. Este proceso de movimientos de magma subterráneos que crean seísmos y acaban sacando lava al exterior ha seguido dándose hasta el día de hoy, un mes después, sin ningún indicio de que vaya a acabar dentro de poco. La lava ya ha cubierto más de 800 hectáreas y destruido casi 2000 edificaciones. Para entender la destrucción mejor, es útil el mapa interactivo del cabildo de La Palma.
Los sectores principales son los más afectados
Las consecuencias sociales y económicas no se han hecho esperar y son especialmente graves teniendo en cuenta el contexto socioeconómico de la isla. La economía de La Palma tiene dos pilares fundamentales: la agricultura y el turismo.
AGRICULTURA
En la parte de la agricultura, debido a las condiciones orográficas, el terreno cultivable está limitado puesto que hay cráteres en el sur y valles profundos en el norte, en los que estas actividades no se pueden desarrollar. Teniendo en cuenta que los ríos de lava se extienden por el oeste de la Isla, se puede comprender el problema que esto supone para la agricultura. La magnitud del problema se acrecienta debido a que los flujos de lava están situados en el valle de Ariadne, una de las áreas de mayor actividad agrícola. Así, la lava ya ha destruido 200 hectáreas de cultivo y afectado a las plantaciones de los alrededores, en especial de plátano. Además, la recuperación de estos suelos se prevé que sea lenta. Algunos expertos estiman que aún en el mejor de los casos, esto podría tardar no menos de 20 años en darse.
TURISMO
Por la parte del turismo, la erupción no se podría haber dado en peor momento, puesto que la temporada alta en Canarias se da justo después del verano. Esto hace que un sector que necesitaba volver a ganar pie después de que el COVID lo hiciese trastabillar, se vea limitado otra vez por causas que escapan a su control. Así pues, las reservas hechas por muchos turistas han sido canceladas, contrariando el pronóstico de ciertos comentarios desafortunados por parte de nuestros políticos. Esto es preocupante puesto que el encadenamiento de malos resultados año tras año podría condenar a muchos negocios al cierre al no poder afrontar más problemas. Aun así, este sector es menos problemático que la agricultura ya que se espera que una vez se acabe la actividad volcánica, su recuperación es más fácil.
La necesidad de un compromiso a largo plazo
Ante esto, los gobiernos tanto regional como nacional han anunciado medidas de ayuda hacia los sectores y las familias afectadas. Este primer plan destina 214 millones de euros hacia la recuperación, con especial énfasis hacia la recuperación o reconstrucción de infraestructura, el empleo (FPs, ERTEs…), la biodiversidad y la reubicación de familias. Estas medidas, si bien son un primer parche, debe ser seguidas de muchos más, sobre todo a medida que se sigue dando actividad volcánica y aumenta el daño a familias y negocios.
Por ello, es necesario que ambos gobiernos sigan de cerca las necesidades de la población y los escuchen, dando lugar a nuevos planes de ayuda para minimizar los problemas en la Isla. Y estos no deben darse sólo a corto plazo, como ya se ha hecho, sino también a lo largo del tiempo cuando las grietas dejen de emanar lava, esta se enfríe y en 5 años la península se acuerde vagamente del problema mientras los palmeros sigan sufriendo sus consecuencias.
Eric Laloux.
ASESMAP – Asociación Española de Marketing Político.
Marcando la estrategia política.