Por Samuel Torres Menchén Si Podemos nació como un partido con capacidad para disputar los asientos del Parlamento a los grandes partidos ha sido gracias a un inmenso trabajo de marketing político que comenzaba con la decisión de sus tres fundadores de presentar un partido que trata de canalizar el descontento político y social antes de las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, pues como estudiosos de la política, saben que las elecciones europeas a menudo suelen ser utilizadas por los votantes como elecciones de castigo para los grandes partidos, a lo que hay que sumar su amplísimo conocimiento de los movimientos sociales y, en especial, del 15- M. Esto permitió a la formación obtener unos resultados en absoluto desdeñables en las mencionadas elecciones, logrando nada menos que cinco escaños en los primeros comicios en los que concurrían; toda una hazaña en comparación con otros partidos nuevos como Vox, que al conseguir cinco veces menos votos, ni siquiera obtuvo representación. El éxito de la formación y las coaliciones en las que ha participado también ha sido suficiente para garantizarle la alcaldía de importantes ayuntamientos en las últimas elecciones municipales, como en el caso de Madrid, donde Ahora Madrid –la formación en la que se integra Podemos- logró investir como alcaldesa a su candidata, Manuela Carmena, tras quedar en segundo lugar en los comicios. Sin embargo, en sus escasos cinco meses de mandato, las polémicas han estado servidas y lógicamente pueden repercutir sobre la imagen de la formación política y el apoyo que reciba en los comicios generales de diciembre. ¿Acaso está ocurriendo algo con la marca Podemos en Madrid? Dejando al margen los escándalos personales derivados del estilo de vida de algunos concejales, podemos señalar dos momentos importantes en los que la alcaldesa Manuela Carmena no ha sido suficientemente sutil a la hora de comunicar sus ideas. La primera de las polémicas que cabe mencionar remite a la sugerencia de Carmena de establecer una cooperativa de madres que se encarguen de la limpieza de los colegios. Se trataba de una propuesta que puede suponer una ayuda económica más que necesaria para las familias más humildes, sin embargo, no resulta la afirmación más apropiada teniendo en cuenta que días antes, en el discurso de investidura, la alcaldesa señaló la importancia de reivindicar la cultura de las mujeres. Tal vez no fuera la intención de Carmena, pero los ciudadanos y ciudadanas que escucharon la propuesta pudieron iniciarse en el camino hacia el desencanto con el actual gobierno del municipio al relacionar ambos momentos: si en los primeros días de la legislatura de una alcaldesa que quiere reivindicar la cultura de las mujeres, ésta propone que se encarguen de las labores de limpieza, la relación más instintiva, y por la que resulta más fácil decantarse, es que esa cultura se basa en labores domésticas como limpiar, lo cual recuerda a la típica distinción rousseauniana por la que los hombres se encargan de los asuntos públicos y las mujeres de lo privado como el hogar; y su participación en lo público sólo se da cuando realizan labores privadas, como la limpieza del hogar. Estamos, casi sin duda, ante un comentario muy desacertado que, en manos de unos mass media que sólo muestran escasos 1 Estudiante del Máster en Gobernanza, Marketing Político y Comunicación Estratégica de la URJC. segundos de las declaraciones de Carmena, se convierte en un poderoso argumento de desilusión para los/as votantes. En segundo lugar, más recientemente la alcaldesa ha comentado públicamente otra propuesta relacionada con la limpieza, pero ésta vez encomendando la participación en estas labores a los jóvenes universitarios. Aun suponiendo que no se trata de una idea descabellada, como podría pensar el todavía ilusionado y confiado votante de Ahora Madrid, lo cierto es que las declaraciones de Carmena no fueron, una vez más, las más apropiadas. Entre las palabras utilizadas por la alcaldesa puede escucharse “para que se den cuenta de lo que es barrer” y “la suciedad que otros generan”. La primera de estas expresiones, puede implicar en la mente del ciudadano la idea de que los universitarios no saben lo que es limpiar, y la segunda expresión, conlleva que el objeto de la limpieza no es su propia basura –lo cual ciertamente resultaría muy cívico- sino la que hayan acumulado otras personas con la que no tienen porqué tener relación alguna. Estamos pues, ante una serie de problemas de comunicación de urgente resolución por parte de la alcaldía de Madrid. Por una parte, nos encontramos con que los medios han exagerado hasta el rango de “medida” lo que era una simple “propuesta”, algo de lo que pueden resultar tan culpables los propios medios como la alcaldía, ya que resulta bastante lógico pensar que cuando algo lo anuncia el máximo dirigente de un órgano –en este caso, la alcaldesa de un ayuntamiento- se trata de algo más formal que un mero esbozo. Por otra parte, en ambas ocasiones la alcaldesa tuvo que recurrir a twitter para aclarar que, en el caso de la cooperativa, la medida incluiría hombres y mujeres; y en el caso de los universitarios, que sólo se trataba de una propuesta de estudio. Ambos problemas de comunicación pueden parecer poco relevantes, pero lo cierto es que resulta mucho más difícil recomponer una imagen pública dañada que crear una buena imagen desde el principio; y crearse una imagen negativa favorece la desmovilización, sobre todo si hay otros actores –como el resto de partidos políticos- muy interesados en ello. En conclusión, lo que está pasando con Podemos, y más concretamente, con el gobierno de Ahora Madrid, es una sucesión de fallos de comunicación que, de no corregirse en el corto plazo, acabará cobrándose una inasumible pérdida de votos.
Los comentarios están cerrados.