Cuba

Cuba ha vuelto a gritar libertad. El pasado 15 de noviembre, basándose en el derecho a la manifestación recogido en el artículo 59 de la nueva Constitución cubana, el nuevo movimiento de Oposición al Gobierno solicitó la autorización de una marcha cívica de protesta pacífica contra el Ejecutivo en La Habana y otras seis provincias. Sin embargo, represión, detenciones y amenazas es lo que se vivió entonces. Cuba vivió así una jornada de protestas muy diferente a la que idearon sus organizadores.

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Los principales líderes de la marcha por el cambio amanecieron con sus casas bajo vigilancia policial y la prohibición expresa de salir a la calle, como sucedió la víspera con el principal líder de la protesta, Yunior García, encerrado tras cuatro paredes. Fuentes de la Oposición, según recoge El País, informaron de que varios disidentes históricos fueron detenidos cuando salían de sus casas para manifestarse. En las calles de La Habana, sobre todo en los barrios y espacios públicos considerados puntos calientes –el malecón, el paseo del Prado o el Capitolio- se respiraba incertidumbre y temor. En este contexto, no extraña que durante el día se vieran pocas camisas blancas en las calles, a pesar de los requerimientos de los organizadores de la marcha.

 

Choque frontal: dos versiones de una misma realidad

Salvo incidentes aislados o actos de violencia de última hora, el músculo de control político exhibido este 15-N por las autoridades logró su cometido: disuadir. Hasta la noche del lunes no se conocían imágenes de calles llenas de manifestantes ni de violencia policial desatada como en los sucesos del pasado julio. Bien por el férreo cerco policial sobre los principales promotores de la protesta, bien por la intensa campaña oficial de descrédito de la marcha y las acusaciones a EE UU de estar detrás de su organización, el lunes fue una “jornada festiva” con el retorno del turismo internacional y de los niños a las escuelas, según declaró en Facebook el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

En contraposición, intelectuales y académicos cubanos apuntaban negativamente las palabras del canciller: “tras el 15-N el Gobierno cubano ya no puede evadir la obligación de lidiar públicamente con la disidencia política. No es algo que le sea posible. Con lo que está haciendo quizás logre contener el 15-N, pero lo que sí no va a contener es el 11-J, que se va a seguir expresando de mil modos hasta que vuelva a ser coro inevitablemente y con los costos altísimos que eso tiene para la nación”.

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¿Un nuevo despertar?

El aplastamiento de las protestas del 15-N muestra la brutalidad del Estado policial asentado en la isla. El viejo uso del terror y la porra contra el pueblo cubano y una disidencia capitaneada por artistas, periodistas, actores y escritores ha terminado en hartazgo, hastío y reivindicación de derechos civiles. La isla se enfrenta a un momento vital en el que ya no existe punto de retorno. Elena Larrinaga, directora ejecutiva de Red Femenina de Cuba, asegura que “el régimen está sufriendo un fallo multiorgánico”. Y el pueblo, agotado de esperar un pronóstico favorable, tiende cada vez más hacia la desconexión. Aunque en Cuba todas las previsiones sobre un final del régimen han terminado en fracaso, a día de hoy se vislumbra luz al final del túnel.

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Yunior García aterriza en España: “estamos viviendo los peores tiempos en Cuba”

El principal promotor de las protestas en Cuba, Yunior García, aterriza en España. Fuentes de Exteriores explican que el viaje ha sido una “decisión personal” del opositor que ha contado con el visto bueno de las autoridades de la isla. El principal líder de la plataforma opositora cubana Archipiélago, Yunior García, convocante de la frustrada marcha cívica por el cambio del pasado 15 de noviembre, llegó el miércoles a España, según informó la agencia Europa Press.

 

Llegamos a España vivos, sanos y con las ideas intactas

 

Horas después de su llegada, en una conexión en directo con Ian Padrón transmitida a través de la plataforma Youtube, el dramaturgo ha confirmado que se quebró por “las horas sin dormir, el acoso, la falta de comunicación y las amenazas” que vivió los últimos días que pasó en La Habana en los que su vivienda estuvo sitiada por agentes de la seguridad del Estado. No obstante, el opositor aseguró que sus “heridas sanarán” y que su fuerza está en su palabra y continuará luchando por los cambios en Cuba. Un cambio que está cada vez más cerca.

 

Irene Iglesias Álvarez – Asociación Española de Marketing Político (ASESMAP)

Por Asesmap