Pablo Iglesias se retira de la política y, como los antiguos toreros, se corta la coleta. Lo hace de manera literal, desprendiéndose de una de sus señas de identidad más significativas, que le hizo darse a conocer como político y le permitió diferenciarse del resto.

Como hemos comentado en otras publicaciones (Branding Poliítico) , el branding político consiste en la definición creación y preservación de una marca diferenciada para un partido o un candidato político.  Por ello, cada partido y sus candidatos se preocupan de su imagen, que es la principal manera en la que son percibidos por la sociedad, es decir, por sus votantes.

Aunque el branding vaya mucho más allá de meramente la imagen, englobando ámbitos como el discurso, la reputación, etc., para analizar el caso del exdirigente de Unidas Podemos nos centraremos únicamente en su imagen física y lo que ella representa.

Podemos surgió en 2014 para, según ellos reivindican habitualmente, intentar canalizar de una manera política e introducir en las instituciones mediante un nuevo partido las protestas del 15-M y sus reivindicaciones en contra de la vieja política, la corrupción, la crisis económica, etc. Desde entonces, la política española cambió por completo y parece que para siempre, poniéndose fin al bipartidismo en el ámbito nacional e incorporándose nuevos actores a la competición electoral desde entonces (Ciudadanos, Vox, etc.)

Una de las tendencias actuales del branding político es la del hiperliderazgo y la personalización, centrando las campañas en un candidato conocido y con tirón mediático entre los votantes. Esto es algo parecido a lo que ha venido haciendo Podemos en los últimos años con Pablo Iglesias. El líder como gran baluarte del partido. Como prueba de ello, en las elecciones al Parlamento Europeo de 2014, el logo de Podemos en las papeletas era la cara de su líder.

Pero para conseguir esto, se necesitaba que el líder fuera reconocible, carismático y diferenciado de los demás. Para ello, el look con coleta, sin traje y con un aspecto no demasiado cuidado que tenía Iglesias era muy adecuado para el objetivo del partido, que trataba de conectar con las clases más populares.

Habiendo conseguido esta imagen tan reconocible del candidato, el partido siguió “aprovechándose” de ella. La coleta había acompañado a Iglesias desde su adolescencia, por lo que no era el momento de cambiar en ese momento su imagen, que ya había conectado, de una manera muy efectiva, con un electorado determinado.

Más adelante, con la entrada de Iglesias en el gobierno, su imagen se convirtió en algo más formal, pero la coleta no desapareció, sino que se convirtió en “moño”, acompañado de una vestimenta más institucional, especialmente cuando comparecía en el Congreso de los Diputados o en el Consejo de Ministros.

No cabe duda de que, dejando las ideologías a un lado, el líder izquierdista ha sabido crear una imagen personal, mantenerla en el tiempo y comunicar a sus votantes a través de ella, adecuándola a su mensaje y sus propuestas, de una manera muy inteligente.

Su salida del gobierno y su fracaso en el intento de conquistar Madrid, han hecho que el antiguo líder de la formación morada haya decidido abandonar todos sus cargos en la política. Y como símbolo de esta salida ha decidido “cortarse la coleta”, continuando con su habilidad para ser protagonista en la actualidad política española hasta el último día. Aun así, ha conseguido marcar un antes y un después, no solo en la política sino también en el ámbito de la imagen y la comunicación. No le podemos dar por “muerto”, ya que no es descartable su vuelta en el futuro.

 

Carlos Ruiz Barro

Por Asesmap